La Edad de Oro del Islam fue el período de la historia donde floreció el pensamiento, la ciencia y el conocimiento en el mundo islámico. Este esplendor cultural fue la consecuencia de una civilización emergente en busca de la sabiduría y la ciencia del mundo antiguo. Pueblos milenarios como Persia, India, Mesopotamia o Egipto influyeron en gran parte del pensamiento islámico, pero la cultura griega jugaría un papel fundamental en el desarrollo de la ciencia y el conocimiento árabe.
El paradigma de este esplendor podemos encontrarlo en La Casa de la Sabiduría (Bayt al-Ḥikma), una sociedad de intelectuales fundada en la corte del califa abasí Hārūn al-Rashīd (ca. 766- 809) en Bagdad [1]. En el reinado del califa al- Ma’mūn (ca. 786 – 833) esta institución gozó de su máximo apogeo, a través de las traducciones al árabe de libros de origen persa y griegos. La ciencia y la filosofía helenística fueron disciplinas recuperadas, traducidas y desarrolladas por intelectuales árabes, difundiéndose posteriormente hacia otras regiones del mundo islámico [2].
En el caso particular de la música, teóricos y filósofos tan importantes como al-Kindī, al-Fārābī, Ibn Sīnā y Ṣafī al-Dīn al-Urmawī accedieron a un gran número de tratados musicales griegos y desarrollaron nuevas teorías del sistema musical. Todos estos pensadores tenían en común que consideraban la música como parte de las ciencias matemáticas, dentro de las disciplinas del quadrivium del mundo clásico, recuperando las ideas de teóricos griegos como Pitágoras de Samos, Arquitas de Tarento, Euclides, Aristóxeno, Nicómaco de Gerasa, Plotino y Ptolomeo, entre otros.
Uno de los primeros teóricos orientales en tratar la música como una disciplina matemática fue al-Kindī (Kufa, 801 – Bagdad, 873), al traducir obras de corte platónica. Apodado como «el filósofo de los árabes», la importancia de al-Kindī radica en haber logrado transmitir el legado filosófico, científico y musical de tratados del mundo clásico. Siguiendo las ideas de Farmer, el pensamiento de al-Kindī se expandiría por al-Ándalus a través de la figura del pensador andalusí Ibn Ṭufail (Guadix, Purchena o Tíjola, c. 1105 o 1110 – Marrakech, 1185), entre otros teóricos, diseminándose posteriormente a través de una serie de pensadores que plasmarían sus reflexiones en tratados de música.
Otros pensadores que transmitieron la concepción y el tratamiento de la música como parte integrante de las ciencias matemáticas fueron al-Fārābī (Wasil 872 – Damasco 950) y la corriente intelectual de Ijwān al-Ṣafā’ (Hermanos de la Pureza, siglo X). Estos pensadores influirían decisivamente en el esplendor cultural andalusí, algunos siglos más tarde.
El polígrafo Abū al‐Ṣalt Umayya ibn ʿAbd al‐ʿAzīz ibn Abī al‐Ṣalt al‐Dānī al‐Andalusī (Denia 1068 – Bugia, Argelia 1134), conocido como «el de Denia», fue un intelectual andalusí de la escuela levantina preocupado por las distintas disciplinas humanísticas y científicas [3]. Tras haber entrado en contacto con las obras clásicas griegas en El Cairo y Alejandría, este tratadista plasmaría la importancia del conocimiento de la música como una ciencia musical. Fue autor de la obra Risálat al-Musíqa (Epístola sobre la música) que, aunque no se ha conservado la original, sí una copia en hebreo en la Biblioteca Nacional de París, traducida por el musicólogo judío Hanoch Averany. En esta obra podemos observar un contenido claramente influenciado por el pensamiento de al-Fārābī (Wasil 872 – Damasco 950), un gran teórico árabe oriental que precisamente concebía la música como ciencia matemática en su tratado Kitāb al-mūsīqā al-kabīr. Observando la estructura que Abū al‐Ṣalt ofrece en su Risálat al-Musíqa, vemos que sigue una división en tres partes: la música como ciencia matemática, la teoría y su práctica, en orden a tratar esta disciplina como parte del quadrivium [4].
«El de Denia» tiene el mérito de ser el primer teórico andalusí en reflejar en sus obras la concepción matemática de la música, junto a las demás disciplinas del quadrivium pitagórico (artimética, geometría y astronomía), como describe en su otra obra Kitāb al‐kāfī fī l‐ʿulūm (Libro sobre lo suficiente, acerca de las ciencias). Otro teórico perteneciente a la escuela levantina que enfoca la música en sus tratados mediante la visión científica es Ibn Mun`im al-`Abdari [5] (Denia s. XII – Marrakech 1228/9?). A través de sus obras Fiqh al-ḥisāb (La ciencia del cálculo) y Masa’il `ilm al-musiqà (Cuestiones sobre la ciencia de la música), vemos de nuevo este patrón de tratamiento similar al de los teóricos orientales.
Un caso especialmente particular es el del teórico, músico, poeta, científico y filósofo Ibn Bāŷŷa (Zaragoza ca. 1070 – Fez 1138). Perteneciente a la escuela zaragozana y conocido en el mundo latino como Avempace, Ibn Bāŷŷa fue un notable erudito y humanista que abarcó casi todas las disciplinas del conocimiento. Además de ser músico y conocedor de la teoría musical de su época, escribió la obra Risalat fi-l-alhan (Epístola sobre las melodías), siendo la obra pionera sobre el laúd y su práctica, siguiendo las mismas ideas de las teorías neoplatónicas [6] que al-Kindī escribió en su Risala fi ayza’ jabariya fi-l-musiqi o en su otra obra Risalat al-sama’ (Epístola sobre la audición musical).
En el siglo XIII, al-Ándalus se caracterizará por la presencia almohade en su territorio, así como un gran avance territorial del Reino de Castilla. En este contexto histórico aparece la figura de Ibn Yūsuf, Mūsā, un filósofo hispano-judío que escribe un tratado sobre la armonía musical, en el que trata la relación matemática de los intervalos. Actualmente la obra se encuentra en París y pendiente de estudio. El filósofo, teórico y sufí Ibn Sab‛īn al-Mursī (Valle del Ricote, Murcia 1217 – La Meca 1271), escribiría también en esta centuria el Kitab al-adwar al-mansub (Tratado sobre las relaciones de los modos), obra que sigue las ideas del teórico oriental Ṣafī al-Dīn al-Urmawī (Bagdad 1230 – Bagdad 1294).
El tratamiento de la música como ciencia también queda plasmado en algunas obras de Ibn al-Jaṭīb (Loja 1313 – Fez 1374). En el caso de su obra Kitāb al-Rawḍat (Libro del jardín del amor divino), el teórico clasifica las ciencias siguiendo criterios de los teóricos orientales clásicos como al-Juwārizmī (– 997) en Mafātīḥ al-ʿUlūm (Las llaves de las ciencias), al-Fārābī en Kitāb Iḥṣāʼ al-ʻulūm e Ibn Sīnā (Afsana 980 – Hamadān 1037) en Kitāb al- Šifā’ (El libro de la curación), a través del revestimiento de las teorías neo-pitagóricas y neoplatónicas [7]. En el tratado sufí Kitāb Rawḍat al-ta’rīf (Jardín del conocimiento del amor divino) del polígrafo granadino, podemos encontrar de nuevo referencias a la clasificación de la música como ciencias exactas [8].
A modo de comentario, podemos señalar que los teóricos andalusíes que trataron la disciplina musical no lo hicieron de manera aislada, sino en escritos donde se trataban otras disciplinas como la jurisprudencia, la teología, el sufismo, la literatura, la poesía, la astronomía, la medicina o la filosofía.
Es más que evidente que el tratamiento teórico de la música en al-Ándalus tenía una clara herencia grecolatina, filtrada a través de los textos de los intelectuales orientales al-Kindī , al-Fārābī, al-Juwārizmī, Ibn Sīnā y la escuela de Ijwān al-Ṣafā’, entre otros.
En primer lugar, la música se comprendió y desarrolló como ciencia matemática gracias a la perpetuación de los modelos griegos neopitagóricos y neoplatónicos entre los intelectuales orientales, que influyeron en los teóricos del occidente islámico. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la música era una disciplina que a lo largo de la historia de la civilización árabe suscitó polémica sobre su licitud. Ciertos sectores religiosos cuestionaban qué tan permitida era la interpretación musical en base a los textos coránicos, posiblemente siendo este un factor para que los intelectuales tratasen el arte de la música desde un punto de vista científico y alejado de todo placer mundano y hedonista.
En definitiva, la música como ciencia matemática sería una corriente de pensamiento trasladada desde el mundo clásico al islámico, devuelta nuevamente hacia al-Ándalus y satisfactoriamente ampliada. Siglos más tarde y gracias a las labores de traducción, los eruditos europeos del Renacimiento gozarían de esta misma cadena de transmisión, eslabón a eslabón, como un río de saber que desembocaría en la Revolución Científica de la vieja Europa.
Notas:
[1] CORTÉS GARCÍA, M.: Pasado y presente de la música andalusí. Sevilla: Fundación El Monte, 1996, pp. 15-16.
[2] CORTÉS GARCÍA, M.: “Transmisión del legado científico musical griego, oriental y andalusí en el marco de la música peninsular (ss. X-XIII), Encrucijada de culturas: Alfonso X y su tiempo. Sevilla: Fundación Tres Culturas, Colección Ánfora, 2014, pp. 330-333.
[3] COMES, M: “Abu l-Salt” en Diccionario de Autores y Obras Andalusíes. Granada: Fundación El Legado Andalusí, 2002, vol. I, pp. 375-376.
[4] CORTÉS GARCÍA, M.: “Tratados musicales andalusíes de la Escuela Levantina y aportaciones al marco interdisciplinar” en Revista Itamar de la Universidad de Valencia, 1 (2008), pp. 168-169.
[5] FERNÁNDEZ MANZANO, R.: “La teoría musical árabe en el marco de la cultura musical clásica y medieval”, Música Oral del Sur, 10 (2013), p. 42.
[6] CORTÉS GARCÍA, M.: “Sobre los efectos terapéuticos de la música en la Risalat al-alhan (Epístola sobre las melodías” de Ibn Bayya”. Rvta. Sociedad Española de Musicología XIX (1996), pp. 14-15.
[7] CORTÉS GARCÍA, M.: “Ibn al-Jatib: sus escritos sobre música y sus aportaciones al arte musical”, en Ibn al-Jatib y su tiempo. Editores: C. del Moral & F. Velázquez. Granada: Universidad de Granada: Departamento de Publicaciones, 2012, pág. 337.
[8] CORTÉS GARCÍA, M.: “Sobre los conceptos de armonía, al-dikr y al-sama’ aplicados a la práctica musical en el Rawdat al-ta’rif de Ibn al-Jatib”, Ibn al-Jatib. Saber y poder en al-Andalus. Córdoba: Editorial Almendros. Fundación Paradigmas Córdoba, 2014, pp. 141-143.